Mujeres en el estallido social

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Aunque la violencia hacia las mujeres en la crisis actual no se vea reflejada en cifras de heridos o asesinados, la desbordada violencia y los asesinatos ocurridos tienen un gran impacto en la vida de las mujeres. Por ejemplo, como señala Marcela Gonzales de la Asociación de Mujeres Campesinas (ADEMUC) de Puno: “hijos se han quedado sin padre, madres se han quedado sin hijos, se han quedado viudas […] hoy no sale ni el ministerio de la mujer no dice nada sobre esta matanza, estas muertes, ni tampoco el programa Aurora que nos debería hacer el acompañamiento […] No tenemos derecho a nada, como cualquier cosa nos están matando a nuestros hijos”.

Al testimonio de Marcela se suma el caso de Apolonia Huarancca quien murió sin lograr justicia para su hijo, John Mendoza Huarancca, asesinado en Ayacucho. John quedó atrapado entre una manifestación y los disparos de la policía cuando un proyectil de arma de fuego lo impactó. Era quien velaba por su madre, paciente oncológica que, después de la pérdida de su hijo, vio agravada su salud hasta fallecer.

En este contexto las mujeres seguimos siendo víctimas de agresiones sexuales. La Coordinadora Nacional de Derechos Humanos reportó que, luego de la intervención de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, policías obligaron a algunas mujeres a desnudarse y revisaron sus partes íntimas con la excusa de buscar drogas.

En esa misma intervención se hizo evidente la violencia racista hacia mujeres como Yolanda Enríquez Vargas, una de las personas del sur del país que llegaron a Lima a unirse a las protestas contra el gobierno. Al ser liberada, denunció los abusos que sufrió por parte de la policía. “cuando decíamos que veníamos por esa asesina para que renuncie, nos decían: ‘cállense, mierdas’. Casi en la cabeza a mi hija la han pateado. A mí también: ‘¡Chola, cállate!’ Yo pedía auxilio a nuestro divino. ‘Cállense, terrucos de mierda’, relató.

Las mujeres también somos criminalizadas por ejercer nuestro derecho a la organización social y la participación política. Aida protestaba de manera pacífica en Lima; sin embargo, fue detenida por la policía por “una presunta flagrancia por disturbios”. Aida señaló que fue encerrada e incomunicada por 48 horas. A esta detención, se suma la violencia racista de la que fue víctima cuando un par de jóvenes le decían a la policía “métele bala” cuando se encontraba protestando en el centro de Lima.

Yaneth fue acusada de ser “una de las personas que estarían financiando las manifestaciones y posibles atentados” al encontrarse en su poder un monto de S/. 1916, 50 y un cuaderno de cuentas. La jueza señaló que Yaneth no contaba con arraigo familiar de calidad ya que, al momento de su detención, no se encontraba a cargo de su familia, argumento cargado de machismo, que quiere devolver a las mujeres a su rol de cuidadoras y con el que justificó 30 meses de prisión preventiva.

Julia Pacsi vive cerca al aeropuerto de Juliaca y las bombas lacrimógenas estaban afectando a sus hijas menores. Cuando salió a ver qué pasaba encontró personas escapando y vecinos diciéndole que “la policía está disparando a quemarropa”. Intentó auxiliar a las personas pero, cuando lo hacía, recibió un impacto de bala en el cuello. Julia recorrió los hospitales de la ciudad en búsqueda de atención, sin embargo, no podía encontrar un médico especializado para tratar su herida y, después de varios maltratos e indiferencia pudo ser atendida en Lima. En su testimonio relata cómo muchos heridos tenían miedo de ir al hospital por el temor a ser detenidos.

A los casos expuestos, se suman las madres que han perdido a sus hijos, las mujeres que día a día salen a protestar en búsqueda de un nuevo pacto social que les asegure mayor igualdad y una sociedad sin el racismo y machismo estructural en el que vivimos.