El lenguaje no es inocente: El cambio de nombre del MIMP a “Ministerio de la Familia y Pob. Vuln."
Créditos fotoEscrito por Giselle MV
El pasado martes 05 de julio, el proyecto de ley presentado por Américo Gonza para declarar de interés nacional el cambio de nombre del “Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables” a “Ministerio de la Familia y Poblaciones Vulnerables” fue aprobado en la Comisión de Descentralización del Congreso.
Este cambio significa darles la espalda a más de 17 millones de peruanas que, a diario, sufrimos las consecuencias de un sistema social que nos invisibiliza y violenta, que nos desaparece, que nos mata, que nos obliga a maternar o abortar de forma insegura, que no nos entrega justicia y no respeta nuestros derechos fundamentales.
¿Acaso “hacemos mucho escándalo” solo por cambiar la palabra mujer por familia? ¿Es realmente solo una forma de poner “más atención” al núcleo familiar como se ha colocado en la justificación del proyecto de ley?
Mi postura es que no se trata de un simple cambio de nombre: esconde la intención de restar importancia e institucionalidad a los derechos de la mujeres, como parte de una estrategia anti derechos y una “arremetida contra el género” presente en otros proyectos de ley como el PL 1520 o el PL 904.
Walter Lippmann (1922) explica que el ser humano crea un modelo simbólico de su entorno físico para poder comprenderlo mejor. Este modelo está mediado por el uso del lenguaje, es decir, que, para comprender el “mundo real o material”, debemos armar ciertos conceptos ficticios sobre este, que deben ser compartidos con otras personas. A estos se les llama “imaginarios sociales”. Y son estos imaginarios los que se vuelven reales para las personas por medio del lenguaje y la comunicación, y los que guían nuestro pensamiento y comportamiento en todo ámbito.
El lenguaje no es inocente. Crea realidades. Es una herramienta que nos permite expresar pensamientos y creencias de acuerdo con nuestros imaginarios sociales. Y, en este caso, el imaginario o sentido común al que responde este cambio de nombre en el Ministerio es que el lugar de la mujer es la familia, lo privado y lo doméstico.
Pero, ¿acaso un simple cambio de nombre puede tener repercusiones “reales”?, preguntarán algunxs. Pues, déjenme decir que sí, y estas pueden ser muy negativas. Por ejemplo, las políticas públicas direccionadas a la protección de los derechos de las mujeres pueden perder fuerza o se puede destinar un menor presupuesto a programas de ayuda y atención en casos de violencia, como los Centros de Emergencia Mujer o el Programa Aurora, solo porque, en nombre de una supuesta “igualdad” de hombres y mujeres, no debe haber “programas especiales” direccionados a una población.
Es un camino peligroso el que se está recorriendo hoy en día, que sienta muy malos precedentes e intenta negar verdades que les son incómodas a los movimientos anti derechos en el Perú, verdades como la desigualdad de género, el aborto clandestino, la protección de agresores en nombre de la “familia”. La violencia de género es una realidad evidenciada con las alarmantes cifras de feminicidio o violencia sexual. Por estas razones, no podemos permitir más retrocesos en la lucha por nuestros derechos.
¡Súmate a la petición para que NO se produzca el cambio de nombre del MIMP!: https://chng.it/KB7PFFc84D
El programa de voluntariado es posible gracias al apoyo de Cuso Internacional y al Gobierno de Canadá